lunes, 30 de noviembre de 2009

AGRADECIMIENTOS




No puedo terminar este blog sin antes agradecer a:

Natalia Altvater y Claudio Valle por su valiosa asesoría técnica.

De igual forma no puedo dejar de mencionar a quienes nos acompañaron con sus libros y ensayos, haciendo más amplia nuestra visión de Occidente:

R. H. Barrow con su admiración a los romanos; José Luis Romero y su erudición sobre los mil años de la Edad Media; mi admirado y querido Dietrich Schwanitz que dibujó la cultura de Occidente con sarcasmo y sentido del humor; Arnulfo Herrera y su amor a la patria; Esther Charabati y su defensa al derecho de estar tristes; Marién Espinosa con su cuento del periplo de Eneas; Enrique Dussel y su indignación por la propuesta de las autoridades educativas de quitar la asignatura de filosofía --el arte de preguntar y cuestionar todo-- en las actividades educativas de los jóvenes mexicanos; a Ross Vals por sus mapas y las historias que encierran; a Eloísa Díaz por enseñarme la técnica de la entrevista, y finalmente, a tantos y tantos colaboradores anónimos de Wikypedia, quienes siempre nos sacaron de apuros.

Y fundamentalmente agradezco a los magníficos estudiantes de la Universidad del Caribe. Sin ellos este blog no hubiera tenido sentido, cada uno (a) de ellos(as) aportaron grandes ideas y sentimientos, imágenes y símbolos de su cotidianidad con sorprendente creatividad. A ellos mil gracias:

Juan, Paola, Francisco, Armando, Ana Karen, Arturo, Leybi, Rubén, Karla Estefanía, Fernanda, Franco, Leandro, Manuel, Stephanie, Linet, Alicia, Zulemy, David, César, Cecilia, Claudia, Denis, Cristian, Laura, Eréndida, Jesvan, Leivi, Gabriela y Gerson.

Por su amable seguimiento en el blog, gracias a:
Brenda, Evelyn y Rebeca

30 de noviembre de 2009

Irene

RECOMENDACIONES

Foto: Claudio Valle

Caminante son tus huellas
el camino y nada más.
Caminante, no hay camino
se hace camino al andar
Antonio Machado
  • Un libro: La Cultura, Dietrich Schwanitz.
  • Escribir

Los negros y la cultura de Occidente


El Jazz es el arte de la improvisación y de la libre participación de cada uno de los músicos en igualdad de condiciones. Ese es el espíritu que prevalece en la música negra. Lo que empezó en África y se convirtió luego en patrimonio de los Estados Unidos, ahora es patrimonio Universal.


“En el año de 1807 cuatrocientos mil nativos africanos habían sido llevados a América, la mayoría de ellos desde África occidental. Arrancados de su tierra por la fuerza, privados de su libertad y bruscamente apartados del tejido social que había estructurado su vida, estos americanos trasplantados se aferraban con tanto más fervor a aquellos elementos de su cultura que les era posible traer de África. La música y los relatos tradicionales eran los elementos más resistentes al traslado, pues permanecían aun cuando se hubiera perdido la familia, el hogar y las posesiones.
En este contextos, la decisión de la ciudad de Nuevo Orleans de fijar en 1817 un lugar oficial para la danza de los esclavos llama la atención como un ejemplo de gran tolerancia”.


Ted Gioia Historia del jazz, Fondo de Cultura Económica, 1997

ENCUENTRO CON SU DESTINO


ENCUENTRO CON SU DESTINO
El Gran Corso, Napoleón Bonaparte, nos confiesa cómo llegó a ser general del ejército francés.
Por Eloísa Díaz*


Naponeone Bounaparte era su nombre original, había nacido en Córcega. No fue un estudiante sobresaliente que hiciera sospechar su brillante futuro; pero su pasión por las matemáticas y por la historia facilitó su entrada al ejército francés desde donde empezó su imparable carrera hasta llegar a ser emperador de Francia.

ENTREVISTA

Cualquiera pensaría que siempre fuiste un genio o que tuviste un don que hiciera suponer que había algo excepcional en ti.
Debo reconocer que durante mi primera etapa escolar en Francia no fui un estudiante sobresaliente: mi francés fue por mucho tiempo deficiente; en dibujo, arte y lenguas, los resultados fueron mediocres; era torpe para bailar, lo que me acarrearía toda clase de burlas entre mis compañeros. Odiaba todo y a todos. No podía olvidar a mi patria, Córcega, que había perdido la guerra de independencia contra Francia, y a mi padre, Carlo Buonaparte, ese hombre patriota y romántico que tuvo que humillarse ante los vencedores para conseguir una modesta beca que nos permitiera a mi hermano José y a mí, estudiar en el país de los vencedores... Fueron años de indecisión, hasta que gracias a mi pasión por las matemáticas y la historia logré conseguir otra beca, en esta ocasión, para la es­cuela militar de París

¿En esta escuela te sentiste más integrado a Francia? Después de todo ya habían pasado cuatro años.
No fue así, las diferencias con mis condiscípulos aquí fueron mayores; éstos eran hijos de fami­lias nobles y distinguidas que me miraban con desprecio; pero ya no me importaba mucho, había adquirido conciencia de mis facultades y me dedicaba a cultivarlas con esmero.

Al terminar tus estudios militares te incorporaste al ejército francés y aún no estallaba la Revolución, ¿sentías alguna inquietud?, por que, seguramente debiste imaginar lo que es­taba por venir.
Al terminar entré de alférez al regimiento de artillería, mi padre había muerto hacía un año y tenía que valerme por mí mismo.
Ya empezaban a sentirse las primeras sacudi­das inminentes de la Revolución, pero estan­do dentro del regimiento yo sólo me dedicaba a cumplir con mi servicio, el resto del tiempo estudiaba la historia de la guerra, la filosofía; sentía el impulso de sumergirme en la historia y sopesar las acciones políticas del pasado. Me apasionaba la proeza de Aníbal al haber sometido a España en cinco días, atravesar los Pirineos y rodear los Alpes en sólo 15 días.

Durante la Revolución, ¿tomaste partido?; ¿cuáles eran tus intereses e ideas políticas?
Cuando estallan los tumultos y soy enviado a mantener el orden, lo hago con toda sangre fría, mis intereses no son todavía políticos; me interesan más las glorias literarias. Toda­vía lamento no haber conseguido el premio que daba la Academia de Lyon; ahí presenté un trabajo donde expresaba la idea de que la felicidad sólo se da cuando la parte animal y espiritual del organismo humano recibe lo su­yo. Así, poco a poco se fueron extinguiendo mis rasgos románticos y fui enfilándome hacia lo práctico, lo inmediato. Fui encontrándome a mí mismo y fue cuando me hice completa­mente francés; cambié mi nombre de Napo­leone Buonaparte por Napoleón Bonaparte. Por aquel entonces me encuentro con una Francia desangrada por una guerra civil misera­ble y además amenazada por los ejércitos de la coalición europea, entonces pienso que el des­tino de Francia no está en esa actitud defensiva, sino en una de dominio y expansión.

Has sido llamado el destructor de un gran mundo caduco, ¿cuándo empiezas a planear para que éste salte a pedazos?
Estando al mando de la artillería de un pe­queño ejército que había sido llamado de Ita­lia por la amenaza de los ingleses, y con la probabilidad de que los españoles y austro-piomonteses se dieran la mano en contra de Francia, concibo un plan cuyo objetivo era, mediante ­una ofensiva avanzando por Alemania, aplastar a Austria. Se lo envío al diputado Barras, pero éste lo dejó empolvándose en algún cajón. Por lo pronto soy enviado a la misión de Turquía de regreso en Francia y a punto de partir a una nueva comisión se dio un hecho que marcaría toda mi vida, apareció la puerta que me llevaría a encontrarme con mi destino.

¿Te dan por fin la oportunidad de encabezar el ejército en un lugar importante?
No, pero para mi fortuna se suscitó un motín contra de la constitución recién promulgada; levantamiento que había que aplastar a como diera lugar. Toca al diputado Barras cumplir con el en­cargo y éste, acordándose de mí, me llama pare. darme toda la libertad de acción Con toda entrega y decisión localizo los puntos claves, disperso a los manifestantes y ahogo la revuelta. Esto me valdría para ser introducido al círculo íntimo de los diputados y un ascenso a General de División del Ejército francés. Así es como llego a tener en mis manos el destino de Francia y del mundo entero a principios del siglo XIX.

* Realizó estudios de Pedagogía en Humanidades en La ENEP Acatlán, UNAM

Fuente: Revista Cancuníssimo, año XIII, núm. 138, Octubre 2004

EDAD MODERNA. LAS TRES GRANDES REVOLUCIONES IV. Fin del curso.



REVOLUCIÓN FRANCESA.
Ante el panorama que se asoma en la Europa de finales del XVIII: un cambio en la forma de conducir la política, donde los burgueses presionan al parlamento, y aceleramiento del desarrollo industrial, también por parte de Inglaterra, Francia se dirige hacia una revolución que transformará al Estado absolutista en democrático.
Con Luis XVI en el poder, la monarquía de Francia había dejado en bancarrota al país; para poder solucionar este problema convocó a los Estados Generales, un parlamento medieval al que se había convocado la última vez en 1614, en él los diputados de la nobleza, del clero y del pueblo se reunían por separado. Pero en esta ocasión se crea una Asamblea General declarando la guerra al absolutismo, tras levantamientos y motines, París era un infierno; se toma La Bastilla el 14 de julio de 1789. Los campesinos se han levantado, era el fin del feudalismo. Se da la declaración de los Derechos Humanos por Lafayette, quien había estado en Estados Unidos. El rey es hecho prisionero y decapitado.
Desde luego que también había diversos bandos dentro de los revolucionarios, unos más radicales que otros: estaban los jacobinos y los girondinos, éstos últimos más moderados.
Con la Revolución Francesa:
-Se crea la constitución de 1790.
-Francia fue dividida en departamentos
-Los privilegios y títulos de la nobleza fueron suprimidos
- Solo tendrá derecho a voto quien pague impuestos
-Se humanizó el derecho penal
-Se puso remedio a la bancarrota del estado confiscando los bienes de la iglesia.
-Los conflictos entre las distintas fracciones se acentúa y tras un periodo de anarquía y gobiernos radicales como el de Robespierre donde eran llevados a la guillotina a quienes se le acusara de no estar con la revolución, la llamada Convención Nacional, una especie de gobierno con integrantes de todas las fracciones, determinó en 1799, empezando el siglo XIX que un general aplastara un último levantamiento. Se daba al mismo tiempo un golpe de Estado, el general era Napoleón Bonaparte.
Siglo XIX. Aquí dejamos nuestro curso.
La identidad de Occidente estaba ya dibujada: libertad de cultos, régimen democrático, sistema capitalista; clase sociales: burguesía y obreros. De aquí en adelante se da una lucha por la hegemonía entre las distintas potencias que desenbocaría en la etapa de la colonización; luego, la primera y segunda guerras mundiales; la guerra fría, cambio del bloque socialista, cambio en la balanza. Adelantos cibernéticos. Cambios en el trabajo. Crisis mundial. Problemas sociales y ambientales.

PALABRAS FINALES Y COLOFÓN.
Creo que estamos ante un nuevo paradigma en todos los sentidos.
Mientras tanto, si hoy te preguntaras ¿cómo es que hoy puedo tener la religión que me plazca sin ser perseguido?; ¿por qué ahora puedo ir a votar para elegir gobernante?; ¿por qué tenemos un sistema de partidos políticos y no un rey absoluto?; ¿por qué tengo que trabajar y recibir un sueldo para vivir?; ¿por qué a pesar de tener la libertad de elegir no logro cambiar de posición social?, estarías reflexionando sobre tu identidad, y lo más importante sabrías que para llegar a este punto en el que nos encontramos, el mundo tuvo que transitar por un "largo y sinuoso camino"; de igual forma podrás afirmar con convicción que "la cultura es la trama de significados que tejen los humanos como parte de una colectividad", y finalmente entenderás que la cultura no es algo material, sino una mera abstracción.
Y lo más maravilloso es que todo este conocimiento lo habrás construido tú mismo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

UN SÍMBOLO



¿Qué símbolo consideras que sea parte de tu identidad personal o como integrante de una colectividad?

Dentro de la actividad 30 del blog, ilustrar la entrada con un símbolo que represente a tu persona.

Infanta Elena, hija de los Reyes de España, se divorcia

Infanta Elena, hija de los Reyes de España, se divorcia